Viaje retroprogresivo

VIAJE RETROPROGRESIVO
Por DGLS/na 24.11.22
Viajes en coche-cama de 11 horas, de 6:15 en Alvia y ahora con AVE en apenas 3:30. Al llegar a Coruña, en AVE por primera vez en treinta años ¡por fin! pensaba que no tenía claro si era un viaje al futuro o al pasado.
Fue una de esas casualidades que a veces ocurren en las películas. Un encuentro que trastoca la percepción del tiempo. El trayecto Madrid-Orense, de 2:15 h según el calendario Gregoriano, más que de AVE me pareció hipersónico. Después, hasta Coruña, la hora y cuarto restante de viaje se dilató e hizo eterna, como si el tiempo se hubiese detenido.
Aquel hombrecillo, tan enjuto que parecía una sombra, nada más sentarnos uno frente al otro en la salida de Chamartín, me dio las buenas tardes y se presentó de forma tan natural que pensé que lo hacía así cada vez que venía a cuento.
-Me llamo Uxío, natural de Nogueira de Ramuin, en Orense, de oficio afilador.
Aquel bombazo me pilló totalmente desprevenido leyendo el tríptico de la conferencia por la que iba a Coruña: Retos para la inteligencia artificial: Del juicio moral al juicio estético. En la que se planteaba si un algoritmo puede exceder la capacidad se simbolizar, la capacidad de dar sentido o constatar la ausencia del mismo, incluso de preguntarse por la cuestión misma del sentido.
No sé todavía que hice con el tríptico, apenas recuerdo que deje de leer y balbucee algo así como: Yo me llamo Manuel.
El hombre alargó su brazo y ya estábamos dándonos la mano y sonriendo como si nos conociésemos de siempre.
Me pareció mayor para andar todavía trabajando y le pregunte si aún había afiladores ambulantes
-Ya no quedamos, ahora nadie afila ni arregla nada. En cuanto algo corta mal se tira y se compra de nuevo. ¡Un destrozo de dineros!! Yo ahora he cumplido 92 años, que vengo de celebrarlo con la hija, los nietos y tres bisnietos.
-Me retiré hace once años, porque ya había poco chollo y con una rodilla andaba mal para la bicicleta. Además, que ya la Guardia Civil no te dejaba andar por cualquier sitio. Pero desde los catorce ha sido mi pasión, además de oficio.
-Es un oficio muy antiguo, sabe usted. Desde el siglo XVII, y que ha hecho un gran servicio a moita gente. Un oficio que se hacía con alegría y que alegraba, porque así duraban las cosas y se les cogía aprecio. Yo tuve una clienta en O Couto a la que anduve afilando un cuchillo de su madre durante 30 años, como poco.
– ¿Y qué cosas afilaban ustedes?
-De todo lo que cortaba con filo: En las casas solían ser cuchillos y tijeras mayormente. Luego a gentes de oficio; carniceros, pescaderos y en los bares. Y a gente del campo las hachas, tijeras de podar y esquilar, hoces. Lo que se ponía
-Se hacía a conciencia, usando una roda de afiar de grano fino, que es como se mima el filo. Y usando depósito de agua como debe ser. Y luego puliendo.
-Todo montado en la parte trasera de la bicicleta, que iba muy bien organizado
– Se le coge cariño porque estás haciendo lo que te gusta, arreglas a la gente y vas conociendo como son las personas.
No tuve nada más que preguntar en las dos horas siguientes porque me lo contó todo.
Cuando se bajó en Orense, despidiéndonos como amigos, no pude pensar ni mover un musculo. Sólo sentía. Una sensación de haber estado en un mundo desaparecido pero lleno de sentido.
Me recompuse un poco y recordé que iba a Coruña a una conferencia que también tenía sentido, pero de otro orden. De otro mundo
Entonces fue cuando me asaltó la duda de si este viaje era al pasado o al futuro.
Vino en mi auxilio el recuerdo de Salvador Pániker y concluí que se trataba de un viaje retroprogresivo