Imágenes, entrevistas y conversaciones

En muchos ámbitos nos encontramos con la presencia de tecnologías duras/digitales/exactas y otras blandas/analógicas/anexactas/borrosas. Discutir sobre cuales tienen mayor importancia, por ejemplo, en el campo de la gestión-dirección/liderazgo, resulta tan falaz como la controversia circulante y recurrente sobre la valía de lo cuantitativo y lo cualitativo, sobre si se quiere más a papá o a mamá.
Para un gestor-director/líder son importantes los números y las palabras. Para unas cosas y en algunos momentos los números y en otras ocasiones las palabras. Así, cuando hay que replantear estructuras organizativas, métodos de trabajo, cambios culturales o cuando se emprenden y lideran proyectos o situaciones innovadores, que precisan inspiración y entusiasmo, los enfoques, metodologías y técnicas más pertinentes suelen ser cualitativas.
Las tecnologías duras resultaron muy funcionales en tiempos de trabajo industrial estandarizado, con sociedades bastante definidas en sus relaciones políticas, laborales o comerciales. Eran tiempos sólidos. El inmenso desarrollo de estas tecnologías hace relativamente sencillo encontrar expertos con experiencia suficiente para auxiliar cuantas necesidades tenga un gestor-directivo/líder.
Pero cuando esos tiempos se solapan con otros más fluidos, líquidos y a veces gaseosos, el trabajo se torna cada vez más singular, menos estándar, más necesitado de creatividad, innovación y cambio continuo. Entonces es cuando esas otras tecnologías blandas se muestran necesarias y complementarias a la hora de enfrentar los retos de la nueva era en la que el siglo XXI coloca a todos.
Tecnologías que a muchos les resultan desconocidas, cuando no extrañas o esotéricas, en cierta forma despreciadas, tan acostumbrados a la dureza y simplicidad de los números. Se trata de trabajar con imágenes, con preguntas y respuestas, con interacciones verbales que hay que dar significado y sentido al margen de la estadística, recurriendo a la interpretación de esas imágenes para construir observaciones. Aprender a preguntar con precisión para entender el sentido de los discursos y en ellos las emociones, estados de ánimo, expectativas. Generar interacciones en un coemocionar y participación real de los actores implicados en algún hacer gestor, para analizar y reflexionar, para hacer emerger acuerdos y compromisos.
En el plano metodológico y técnico, entre otras, será preciso, cada vez más, manejar buenas observaciones, realizar entrevistas abiertas que den para desvelar sentidos completos de los hablantes y diseñar y ejecutar conversaciones de calidad.