Valor compartido

El éxito económico de una empresa está directamente relacionado con su competitividad. No obstante, la lógica empresarial hace cada vez más evidente que ninguna empresa puede ser exitosa si la comunidad donde opera no lo es.
“La competitividad de una empresa y la salud de las comunidades donde opera están fuertemente entrelazadas. Una empresa necesita una comunidad exitosa, no sólo para crear demanda por sus productos, sino también para brindar activos públicos cruciales y un entorno que apoye al negocio”, afirman Michael Porter y Mark Kramer, en un artículo que los convirtió en los gurús académicos sobre el tema.
“Una comunidad necesita empresas exitosas que ofrezcan empleos y oportunidades de creación de riqueza para sus ciudadanos”, agregan.
Con este planteamiento, cada vez se acuña con fuerza un concepto que va más allá de la responsabilidad social, la filantropía y la sustentabilidad.
Se trata del Valor Compartido que, como lo definen Porter y Kramer, se enfoca en identificar y expandir las conexiones entre el progreso económico y el social. De esta manera, la generación de valor económico empresarial, está relacionada y depende de la creación de valor para la sociedad.
Pero ¿cómo se crea valor compartido? Hay tres formas diferentes de hacerlo: Reconcibiendo productos y mercados, redefiniendo la productividad en la cadena de valor, y construyendo clústeres de apoyo para el sector en torno a las instalaciones de la empresa.
“Cada una es parte del círculo virtuoso del valor compartido; al incrementar el valor en un área aumentan las oportunidades en las otras”, añaden los autores.
La esencia de la teoría de Porter y Kramer consiste en afirmar que el capitalismo ha fallado en atender las más importantes necesidades de la sociedad, como la salud, la generación de bienestar, la nutrición, la protección y la preservación del medio ambiente.
Por ello, y a pesar de que las empresas han sofisticado sus productos, han perdido oportunidades de innovación y crecimiento al perder de foco las verdaderas necesidades de la sociedad. Es necesario, y casi imprescindible entonces, reconcebir los productos y mercados, pues “para satisfacer necesidades en los mercados subatendidos a menudo se requieren productos rediseñados o métodos diferentes de distribución”.
Redefinir la productividad en la cadena de valor es entender que “los problemas de la sociedad pueden crear costos económicos en la cadena de valor de una firma”. Por esta razón es urgente internalizar esos problemas y atenderlos, en aras de beneficiar a la sociedad y a la empresa.
Los sistemas de proveedores locales traen beneficios empresariales como la disminución de costos de transporte y tiempos de abastecimiento. Y entre los beneficios sociales y colectivos se destacan: la disminución de las emisiones de carbono al reducir las necesidades de movilidad, y la contribución al desarrollo económico las comunidades, generando un mayor reconocimiento de la marca al tener una relación más cercana con la comunidad. Por donde se le mire es una relación ganar-ganar.
La construcción de clústeres mejora la productividad de la compañía dado que “los proveedores locales capaces fomentan una mayor eficiencia logística y una colaboración más fácil. Tener capacidades locales más sólidas en áreas como capacitación, servicios de transporte y sectores relacionados también eleva la productividad. Y a la inversa, la productividad sufre si no se cuenta con un clúster de apoyo”.
Por todo lo mencionado anteriormente, conducir los negocios integrando el concepto de valor compartido en la estrategia, permite posibilidades de innovaciones en los mercados, productos y configuraciones de la cadena de valor de las empresas, asegurando utilidades económicas en el largo plazo y creando beneficios para la sociedad.
“El valor compartido tiene la llave para abrir la próxima oleada de innovación y crecimiento para las empresas. También reconectará el éxito de la empresa con el de la comunidad de maneras no percibidas durante la era de los enfoques estrechos de la gestión, del pensamiento cortoplacista y de las crecientes separaciones entre los diversos estamentos de la sociedad”, insisten Porter y Kramer.
MICHAEL PORTER
Valor compartido no es responsabilidad social, filantropía, ni sostenibilidad. Es una nueva forma de alcanzar el éxito económico. El profesor de Harvard apunta: «Pasamos de la filantropía a la RSE [responsabilidad social empresarial] y a la sostenibilidad, y ahora hay que pasar a la creación de valor compartido. El valor compartido no es teoría, ya es una realidad. La eficiencia en la economía y el proceso social no son opuestos. Valor compartido es crear valor económico a partir de la generación de beneficios sociales. Las empresas que no lo abracen quedarán atrás». Hoy día, mentir, engañar y trampear es más complicado que nunca. La transparencia es mayor. Todo acaba sabiéndose y a mayor velocidad. Vivimos en un mundo con mucha más interconexión. Y quien no lo tenga en cuenta lo acabará pagando. Otra cosa no es sostenible. Nunca lo ha sido, la diferencia es que en los tiempos actuales el engaño es más evidente y se contrarresta de manera más rápida. Valor compartido no es otra cosa que ser conscientes de que todos estamos en el mismo barco
La esencia de la teoría de Porter y Kramer consiste en afirmar que el capitalismo ha fallado en atender las más importantes necesidades de la sociedad, como la salud, la generación de bienestar, la nutrición, la protección y la preservación del medio ambiente.